22 junio 2006

El Tren de la Justa Hora



" Jamàs veràs estrellas ya, ni noches ni capillas fugitivas se posaràn en tì para arrancarte gritos de dolor, !Benditos gritos de dolor!! dulces, mil veces dulces para esta carne inexistente de nosotros!"

06 junio 2006

Almas II

Ese dìa yo era tan chiquita
estaba pensando en un mar

Ese dìa miraba algo
algo que no querìa contar
algo indistinto
que me dejara llegar
a otra alma pequeña

Ese dìa nos fuimos volviendo
pedacitos
nos fuimos volviendo
pedazos

Nos subimos a un àrbol
y yo querìA ser pequeña
màs pequeña
màs chiquita
y se hundiò
y se marchò

Toda esta fiebre que tiembla
no nos dejò
ni transpirar
ni ser puras
ni chiquitas
sòlo almas buscando
la imperfecciòn

Y se muriò
busco en el agua los ojos las lunas
no encuentro màs
que una imagen
que devela
que muestra
nuestra parte de indias
desaclzas
en una arena de bares
en un espejo son sombras detràs
con màs miradas encima
que dos trofeos en celo
tras un cristal y una capa
bajando en caracol

Me volquè en la pared
no llovìa auqnue tuviese ganas
Nos descansàbamos enteras
Blancas, largas, rotas.
Almas

04 junio 2006

----Enraizada---


Me bastò sentarme y esperar. Lindos ojitos, me pareciò que sabìa que estaba ahì y que fingìa. Pura basura. Entonces me peinè con los dedos y le soplè la nuca. Què lindo, era una nena en una hamaca, yo, digo, era una nena en una hamaca.
Pasè horas creo mirando en espejo, como en espejo, una mano se levanta la otra se protege la cabeza y asì duerme. No se mueve. Pienso en hambre, no tengo hambre pero pienso en hambre. Me da miedo que me deje sola ante mì misma. Me da miedo.
Entonces todo se iba al carajo y yo caminè y movìa las piernas muy alto y acompañaba con los brazos, era suave. Despuès lo escuchè gemir un poco, era lindo, no querìa despertarlo màs, querìa quedarme y mirarlo sin tocar, sin sentirme.
Cuando despertò fue como si nunca hubiese dormido, como si nunca hubiese despertado, como si siguiera dormido y yo fuera parte del sueño. Para mì fue asì, me gustaba el sueño de soñar a ser el sueño del otro. Y me conocìa sòlo a mì. Èl, digo, sòlo me conocìa a mì, no habìa nada màs. Fueron como muchos segundos en cadena que pasaban volando bajito como en un tren. Entonces ahì le toquè la cara. Le agarrè la cara a ambos lados los cachetes con mis dedos quebràndose sobre los mùsculos, y le mirè las bolas azules que eran redondas redondas y le dije: Ya no te duermas, no me dejes ir-