He visto la inmensidad
con sus dos tremendos ojos azules.
La he visto de día, en el campo o en la playa,
en el monte de pinos irregulares
en el faro, colgada a punto de caer hacia la noche
en los puntos y granos del cielo negro
en las combras
en los ojos de un enamorado
en el pelo
en el cielo
en el agua
en el viento
en las manchas de la piel
en los cardos
los autobuses, los semáforos
en el colegio.
He visto a la inmensidad con sus dos trenzas infinitas
sus brazos
en el vientre de un chancho
en el silencio
en las canaletas de las casa-quintas
en el pasacassetes de un auto
en el espejo retrovisor deformante
abrazándolo todo y todas las cosas
a punto de ser devoradas
en un fugaz instante y en el otro nada.
Y Yo he visto a la inmensidad
buscándome mientras me escondo
porque demasiado nos conocemos.
He visto la inmensidad en tu alma
y aún no puedo hallarte.